¿Cuantas veces hemos escuchado acerca del concepto de
sostenibilidad? ¿Una vez, muchas veces o ninguna? Sin duda todos
podríamos acordar que cada persona algo conoce del tema pero más
allá de esta palabra escrita en miles de campañas, con innumerables
partidarios y detractores existe una discusión fundamental para
determinar y redefinir el concepto de “calidad de vida”.
El desarrollo sostenible es un concepto en evolución, cuya
finalidad consiste en satisfacer las necesidades del presente sin
comprometer las necesidades de las generaciones futuras. Es un
precepto moral y un concepto científico. Evidentemente, atañe a la
protección del medio ambiente y los recursos naturales del mundo,
pero también está vinculado con la paz, los derechos humanos, la
equidad y la cultura.
Como una idea cambia una forma de vivir es algo que
indefectiblemente se observa a través del tiempo, incluso de
generaciones. ¿Por qué? La educación a todos los niveles puede
configurar el mundo del mañana, equipando a individuos y sociedades
con los conocimientos y valores que les permitirán vivir y trabajar
de un modo sostenible. Para mantener el equilibrio entre bienestar
humano y económico, las tradiciones culturales y el respeto a los
recursos naturales, es necesario aplicar métodos educativos eficaces
que promuevan el respeto a las necesidades humanas y el modo en que
se utilizan los recursos en la tierra. Reconocer la importancia del
desarrollo sostenible ha de convertirse en una prioridad mundial y
esto, sin duda alguna, significa tiempo.
Sostenibilidad
¿Quién sale ganando?
Algunos detractores del concepto razonan de la siguiente manera:
supongamos que se pudiera vivir de manera sostenible manteniendo
indefinidamente la situación actual, sin temor a agotar los
recursos. Esto sería ideal para los que ya poseen lo suficiente,
porque así se mantendría su modo de vida; pero a las personas
necesitadas no las ayudaría en nada. El desarrollo actual
favorece a los ricos, por lo que ya es insostenible y no tienen
sentido preservarlo.
El informe anual “El estado del Mundo” publicado en 2006 por el
Instituto Worldwatch, apoya en cierta medida esta opinión: la Tierra
no tienen recursos suficientes para que todos sus habitantes alcancen
el nivel de vida occidental. El informa afirma la siguiente: “la
capacidad ecológica del mundo es simplemente insuficiente para
satisfacer las ambiciones de China, Japón, India, Europa y los
Estados Unidos, así como las del resto del mundo, de un modo
sostenible”.
En la cumbre de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro en 1992, el
presidente de EE.UU. George W. Bush, afirmó que “el modo de vida
americano no es negociable”. Pero si los pueblos de todas las
naciones no son capaces de negociar la manera de compartir los
recursos limitados del planeta, el desarrollo sostenible quizás sea
inalcanzable.
Un nuevo
movimiento: el decrecimiento
Frente a la idea de desarrollo sostenible, el decrecimiento se
presenta como una corriente de pensamiento que considera imposible
mantener una economía que tiende al crecimiento ilimitado en un
planeta con recursos naturales limitados.
Nacido a principios de los años 70 de la mano del economista
estadounidense de origen rumanés Nicholas Georgescu-Roegen, el
decrecimiento considera el desarrollo sostenible una contradicción
en si misma. Sus partidarios proponen un profundo cambio de sistema
económico, productivo, ético y mejor social, basado en la idea de
“vivir con menos para vivir mejor”. Para ello, defienden la
redistribución de la riqueza y la vuelta a lo local.
La evolución a
través de un cambio de paradigma
Redefinir un concepto no es una tarea fácil pero es imperativa. Tal
vez necesitemos empezar por cambiar los cuestionamientos y hacer
nuevas preguntas:
¿Es posible el desarrollo sostenible?¿Es realmente viable para
todos vivir cada vez con más riqueza de forma
indefinida?¿Necesitamos otra definición de riqueza? Si conseguimos
el desarrollo sostenible ¿Quién saldría ganado y quién perdiendo?
Fuentes: http://www.worldwatch.org/
http://www.worldwatch.org/node/3866
"Comunicar la sostenibilidad" A.F. Muerza; J S Alonso; A. U. Gutiérrez; N. V. Fernández
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