MC DONALD'S GANÓ EL MUNDIAL ANTES DEL PUNTAPIÉ INICIAL
El Estadio Arena de Sao Paulo repleto de aficionados esperaba la salida de los seleccionados que darían el puntapié inicial al mundial de fútbol Brasil 2014. El seleccionado del país anfitrión era uno de los favoritos para llevarse el premio mayor: la copa del mundo. Pero quien levantó la copa antes de la final fue el payaso contaminante. Este evento deportivo seguido por millones de personas ya había sido ganado por la casa de comida chatarra más grande y poderosa del mundo: Mac Donald´s. Y para celebrarlo, decidió mostrar en cada partido cómo las niñas y niños que comen sus hamburguesas no son obesos. Eran quienes acompañaban a los seleccionados al ingresar al campo de juego.
Pero la historia de Mc Donald's junto a los eventos deportivos no comienza en Brasil 2014, sino en los Juegos Olímpicos de Montreal, en 1976. Podríamos llenar páginas describiendo las contradicciones del Comité Olímpico Internacional y sus patrocinadores. Nos basta sólo con decir que la Dow Chemical, una de las empresas químicas más grande del mundo (fabricante, entre otras cosas, del napalm), es uno de sus 11 sponsors...
Para los Juegos Olímpicos de Londres 2012, a pesar de las quejas del colegio de médicos y del alarmante porcentaje con obesidad de la población del Reino Unido, la cadena de comida basura construyó cerca de la Villa Olímpica el restaurante más grande del mundo, con capacidad para 1.500 comensales. Las y los atletas podían disfrutar de su cajita feliz en sus momentos libres...
Para
comprender por qué el COI continúa aceptando a Mc Donald's como sponsor
olímpico ante la crítica de gran parte de la opinión pública, hay que
saber una sola cosa: Ronal desembolsa cerca de 100 millones de dólares
al Comité Olímpico para "alimentar" el espíritu deportivo de la
macfiesta deportiva.
Pero volvamos a Brasil 2014. A McDonald's también le sobraron motivos para cantar primero en el mundial de la potencia latina. Por un lado, la cadena de fast food tiene entre 40 y 42 mil trabajadores contratados por su operador, Arcos Dorados. Es el mayor de América latina y la franquicia más importante
de la marca en el mundo. Por otro lado, el Amazonas que atraviesa
Brasil forma parte fundamental de su negocio, ya que la tala de los
bosques para la siembra de soja transgénica le permite a don Ronald
vender sus famosos McNuggets a millones de clientes. La imagen es
patética: una maraña de simpatizantes de fútbol comiéndose literalmente
el Amazonas.
Una carta abierta llegó a las manos de Joseph Blatter, presidente de
FIFA, firmada por la Confederación de los Trabajadores
de Turismo y Hospitalidad (Contratuh), la Unión Internacional de los
Trabajadores de la Alimentación y Agricultura (Uita), la Nueva Central Sindical
de los Trabajadores (NCST), el Movimiento de Justicia y Derechos Humanos
(MJDH), por la Asociación Latino-Americana de Abogados Laborales (Alal) y por
el Centro Humanitario de Apoyo a la Mujer (Chame). De nada sirvió argumentar
con la verdad y la razón.
Pero poco le importó a la FIFA contradecir su Código de Ética (sí, la FIFA tiene un Código de Ética), poco le importó al Estado la gran cantidad de denuncias que Ronald tiene por no cumplir con los derechos laborales de miles de trabajadores brasileños, por sus prácticas antisindicales en Pernamuco, por contratar a menores de edad en Curitiba, por jornadas que superan el máximo permitido en Paraná y por tener a la mayoría de sus empleados bajo contratos precarizados, con salarios inferiores al mínimo legal.
En vano la presidenta Dilma Rousseff intentó evitar que una bebida alcohólica fuera uno de los patrocinadores principales: 1.900 millones de razones dolarizadas se la llevaron por delante. Y al parecer poco le importó al poder tanto público como privado caer en la ridiculez de dejar el patrocinio, una vez más, en manos de empresas que nada tienen que ver con la salud, la disciplina y el espíritu del deporte. Sobra decir que nadie llega a una final del mundo o gana una medalla olímpica con una dieta que conste de una BigMac, una Coca-Cola o una Budweiser.
La cuestión más importante aquí es si a las y los fanáticos, simpatizantes, espectadores y practicantes del deporte, en este caso el fútbol, nos importa.